martes, 12 de febrero de 2013

Othel lair


Hacia un buen día en las vastas llanuras de Norwens. La hierba ondeaba bajo el viento haciendo que pareciera un mar verde. El sol estaba en su apogeo calentando la tierra. Era un buen día, o por lo menos eso creía Talfus.


Talfus tenia una gran cicatriz en la mejilla izquierda. El pelo lo llevaba por los hombros totalmente negro con mechas rojas. Sus dientes estaban tintados de negro por el tabaco que mascaba a todas horas. Pero lo mas extraño en el eran los ojos. Uno lo tenia verde y el otro totalmente negro. Era el jefe de una banda de ladrones muy buscados por toda Norwens. El y sus cuatro compañeros saquearon numerosos pueblos sin que los soldados lograran atraparlos. Tenían en su cuenta numerosos robos así como asesinatos y violaciones. Ahora se encontraban en el linde del bosque de Othel Lair.

-Talfus no deberíamos entrar, estamos a finales de invierno...

-Justamente, estamos en invierno, ahora el bosque duerme y los elfos se encuentran cerca del Gran Árbol  Esto es sencillo, entramos, cojemos una puta dríada y salimos.

-Pero...

-Sin peros, vamos adentro

A pesar de las protestas, la compañía entro en el bosque sin vacilar. Cuanto antes salieran mejor. Se adentraron en la espesura y dejaron atrás la luz del sol. Pocos eran los rayos de sol que lograban atravesar la cúpula que formaban las copas de los arboles.

De pronto, se oyó un silbido y una flecha se clavo a los pies de Talfus. Se cubrió con el escudo y empezó a observar la oscuridad que le rodeaba. No lograba ver nada extraño que delatara la posición de la dríada. 

De la oscuridad que tenían delante salio una flecha, volaba lenta, como si quisiera que la admiraban y solo cogió fuerza antes de clavarse en el pecho de uno de los ladrones. El ladrón no había caído al suelo cuando salían otras flechas en busca de objetivos. 

Los ladrones no tuvieron tiempo de reaccionar y cayeron regando el suelo del bosque con su sangre. Talfus paro dos flechas con el escudo pero lo alcanzaron otras dos. Una lo alcanzo en el muslo y la otra en la mano derecha clavandolo por la fuerza que traía al árbol que tenia detrás. 

Desde los arboles que tenia enfrente apareció una elfa con un arco a la espalda y una flecha en la mano. Se acerco lentamente a Talfus y con un rápido movimiento de la mano le clavo la flecha en el estomago y le susurro al oído: 

-No todos los elfos están en el Gran Árbol. 

Talfus cerro los ojos por el dolor y al abrirlos la elfa ya no estaba, ni siquiera la había oído marcharse. Estaba solo, la oscuridad lo envolvió y por una vez en la vida el miedo hizo presa en el.

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