sábado, 2 de mayo de 2015

El último beso de la noche

La habitación estaba a oscuras. Una gran cama con el armazón de hierro forjado, ocupaba la estancia. La ventana estaba cegada con una gruesa cortina negra. La puerta se abrió de golpe, chocando estrepitosamente contra la pared. Una pareja entro en la habitación, unida por los labios en un apasionado beso. Se separaron, para coger un poco de aire, mirándose con los ojos del deseo y la lujuria.

La mujer cogió el vestido rojo por el bajo y se lo quito, sacandoselo por la cabeza, dejando a la vista sus grandes senos que apenas cabian dentro de su pequeño sosten. El hombre se quito la camisa. Tenia el pecho depilado con unos músculos levemente marcados. La mujer separo los labios mostrando una pequeña sonrisa que dejaba ver sus pequeños dientes blancos. Poso la mano en su pecho. Encima de su corazon. Sintiendo sus acelerados latidos. Con una ligera presion le hizo hacia atras hasta que tropezo con el borde de la cama quedandose sentado.

El hombre se hizo hacia delante buscando sus labios. Ella lo tumbo en la cama de un enérgico empujón mientras sus hábiles manos abrían su brageta tomando posesion de su miembro. Se inclino sin doblar las rodillas acercandose poco a poco a ese mastil de carne. Podia sentir las pulsaciones de sus venas. Sentia como la sangre se agolpaba en su interior. Rapidamente la engullo casi en su totalidad, arrancando gemidos de placer de la boca del hombre.

Tras un rato, lo libero de esa húmeda prisión. Se quito la ropa interior mientras el se quitaba la poca ropa que le quedaba.  Ella se subió a la cama apoyando las rodillas a ambos lados de el, quedándose encima a horcajadas. Se inclino para besarlo mientras, con una mano guiaba su miembro hasta la entrada a su caliente gruta. Dejo caer su cadera, sintiendo como entraba en ella, como su virilidad la llenaba por completo. Comenzo un lento vaivén con su cadera que, poco a poco, iba cobrando velocidad. Sus lenguas se encontraban sumidas en un húmedo baile, ora en la boca de ella, ora en la boca de el. Ella busco las manos del hombre. Entrelazo los dedos con los suyos y llevo sus manos por encima de su cabeza.

Se separo de su boca y miro su cuello. Podía ver su arteria carótida. Oír como la sangre corría en su interior. Oler su dulce aroma. Lamio su cuello, paladeando el salado sabor de su sudor mezclado con el agrio de la colonia, y acto seguido se lo mordió. Sus afilados dientes traspasaron su fina piel y la carne hasta llegar a la arteria seccionandola. Su boca se lleno del dulce néctar rojo. A su paso por la boca, iba calmando su sed como un bálsamo con sabor metálico. El hombre gritaba y se retorcia, luchando con todas sus fuerzas por quitarse a la mujer de encima, pero todos sus intentos eran inutiles, ni siquiera podia separar las manos de la cama.

La mujer seguia bebiendo de su cuello mientras movia su cadera freneticamente, de esta manera alcanzo el orgasmo, una explosion de placer combinado, el que recibia por el sexo y la sangre que se deslizaba por su garganta. El hombre lucho hasta su último aliento. La vida se le escapaba del cuerpo gota a gota. Después de sus últimos estertores, ella se irguio mirando su bella cara, congelada en un rictus de dolor. Mojo dos dedos en la herida.

- Tenias razón. - dijo la mujer mientras se lamia la sangre de los dedos. - he pasado una buena noche.



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