sábado, 24 de mayo de 2014

La leyenda de Dayagon - Capitulo 5

- Se subió a su lomo, se limpio la lagrima y continuaron su viaje. - dijo el cuentacuentos mientras se levantaba del banco de madera apoyado en un largo cayado de madera de ébano finamente tallado con filigranas.
- ¿Que ocurrió con Dayagon? - Preguntaron los críos a su alrededor.
- En esta vida hay que tener paciencia, ya que todas las cosas llegan. Como la hora de comer, que enseguida se nos echara encima, esta tarde seguiré la historia, no faltéis si queréis enteraros de que le ocurrió a Dayagon - Dijo mientras se alejaba a buen paso hacia la taberna.



Idrial miraba la lagrima en su dedo mientras pensaba. "¿Porque estoy llorando por el? Apenas lo conozco y se sacrifico por mi. Debí haberme quedado con el." Se seco otra lagrima que afloraba en sus ojos. Levanto la cabeza y vio a Dayagon sentado en una piedra a un lado del camino. Dayagon le miraba fijamente mientras jugueteaba con el vendaje que le cubría parte del brazo izquierdo.

-¿Y esa cara tan triste, Idrial? ¿No sera por mi?

Ithil se freno y sacudió la testa resoplando.

- ¿Dayagon? ¿Como...?
- Mal se habla en el camino y ya casi es de noche. Ven, tengo un campamento montado en un claro. - Dijo Dayagon señalando los arboles que tenia a su espalda.

Se adentraron entre los pinos, cipreses y tejos hasta que llegaron a un claro en el que ardía alegremente una hoguera y Rage ramoneaba la poca hierba que había. Dayagon hecho un trozo de rama al fuego y se sentó junto a el. Idrial bajo de Ithil y se acerco a Dayagon.

- ¿Como lograste escapar?
- No sin esfuerzo. Mate a cuatro, los primeros que vinieron. Me dejaron esto de recuerdo. - Dijo mientras señalaba el brazo herido. - Después, espante a Rage y huí escalando por las rocas. A pie no pudieron seguirme.
- Déjame que te vea la herida.

Idrial se agacho al lado de Dayagon y le quito el vendaje del brazo. La venda escondía un corte que llegaba desde el codo hasta casi el hombro. El corte era poco profundo y no tenia mala pinta. Idrial acerco la mano hasta casi tocar su piel. Susurro unas palabras y se ilumino la mano con una luz blanca. La herida empezó a cerrarse hasta que no quedo de ella ni una cicatriz.

- ¿Eres maga?
- Algo así. - Dijo mientras se sentaba a su lado. - Cuéntame tu historia y te contare la miá.
- Bueno, tenemos tiempo. - Dayagon removió el fuego con una rama.

>> Como ya te dije, no soy nada que tenga nombre en este mundo. Tengo siete años, o por lo menos es la edad de mi recuerdo mas antiguo. Desperté en una celda, encima de un montón de paja húmeda y maloliente. El primer ser vivo que vi fue una rata de metro y medio que vino a darme de comer. Mas adelante me entere que eran una raza de las profundidades de la tierra que se llama Yokai. Ellos me educaron. Me enseñaron a escribir y a leer. Me entrenaron, me enseñaron a pelear, a defenderme y a matar. Pero lo primero que aprendí fue a cambiar de cuerpo.

>> Fui un sujeto de prueba en un experimento científico. Se que lo intentaron con mas gente, pero solo yo sobreviví. Intentaban crear al guerrero perfecto. Introdujeron dos almas dentro de un solo cuerpo. No recuerdo nada de aquello excepto el dolor que en los mejores momentos rozaba lo intolerable. Sentía como se rasgaban mis músculos, como se rompían cada uno de mis huesos, como mi cuerpo iba tomando su nueva forma. Mi verdadera forma no es esta que ves, ni siquiera esta.- Dijo mientras levantaba la mano que se iba transformando lentamente en una zarpa, con afiladas uñas y recubierta de un pelaje marrón. Sin previo aviso, la zarpa desapareció dejando en su lugar la mano que antes había desaparecido.

>> En tres meses entre en los Giftik, un comando de élite. A los Giftik nos unen lazos de amistad, siempre contamos con nuestros compañeros. El mejor era Nazumi, el me enseño a vivir en ese infierno. Los Yokai viven en un mundo de constante cambio, en cualquier momento un clan entero puede caer en desgracia y ser aniquilado por el resto. Esto no cambia para sus habitantes, si no eres útil, eres un esclavo. Lo mejor que te puede pasar siendo esclavo es que te destinen a las minas, con suerte morirías en una semana o dos. Me dieron libertad para vivir entre ellos como uno mas, pero nunca se fiaron de mi. No por nada en especial, es su naturaleza, nunca se fían de nadie.

- ¿De verdad le vas a contar toda tu historia a una desconocida?¿Acaso no sabes como se lo tomara? Pense que habías aprendido algo Dayagon, no que eras tan ingenuo. - Dijo una voz profunda y grave. Dayagon miro a Idrial y no vio un cambio aparente en ella. Asi que solo te escucho yo. Pensó Dayagon.
- Estuve tres años con ellos hasta que conseguí escapar.

Dayagon hecho la rama que tenia en la mano en el fuego. Idrial se quedo mirándole, asimilando lo que este le había contado.

- Debiste sufrir tanto...
- No hace falta que me compadezcas. - La corto Dayagon mirándole a los ojos.
- Lo siento, es mi naturaleza el preocuparme por todos. - dijo Idrial sosteniéndole la mirada durante un rato, perdiéndose en la profundidad de esos ojos rojos, entendiendo el dolor por el que había pasado, todo el horror que había tenido que vivir.

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