jueves, 28 de febrero de 2013

La leyenda de Dayagon - Capitulo 3

Dayagon miraba a los ojos de Idrial, en ellos no había ningún cambio, era como si no hubiera oído las últimas palabras. Dayagon esperaba alguna reacción por su parte, pero si la había, él no era capaz de verla. Un ruido detrás de los árboles atrajo su atención, tres hombres venían hacia ellos.

- Vaya, vaya, qué linda pareja. - dijo el que estaba más cerca. - Registrarlo a ver que lleva encima, yo me encargo de la señorita.

Los otros dos hombres se acercaron a él, rodeándole. Dayagon le tiró el cuenco con las especias a los ojos del hombre que tenía delante y se giró materializando un espada bastarda en la mano, lo suficientemente ligera para usarla con una mano y con la empuñadura lo suficientemente larga para poder cogerla con dos manos. La punta de la espada entró por la ingle y salió por el cuello dejando un reguero de gotas de sangre tras de sí. El ímpetu del golpe le hizo girar y al bajar la espada puso fin a la vida del otro bandido.

Idrial se levantó rápida con el estilete en la mano pero una patada del bandido hizo que éste cayera al suelo. El hombre intentó cogerla por el pelo. Idrial se zafó de la mano, la agarró y con un golpe seco con la palma le rompió el codo. El bandido cayó al suelo llorando de dolor. Idrial recogió el estilete del suelo y lo degolló acabando con los sollozos.

- Vámonos de aquí antes de que vengan más. - dijo Dayagon mientras le cambiaba la cabezada a Rage y recogía sus cosas.
- Espera aún no me has dicho qué eres.

Idrial lo cogió del brazo para retenerlo e instantáneamente le soltó y dio un paso atrás aunque no tenía intención, no pudo evitar ver dentro de él.

- Dentro de ti... tanto odio y dolor...
- Mi vida no ha sido sencilla.
- Pero no era todo, también he sentido amor.
- En serio, tenemos que salir de aquí. - dijo Dayagon rehuyendo la conversación.

Dayagon se montó en el caballo y salió al camino sin mirar si la elfa lo seguía. Idrial montó en Ithil y, enseguida, se puso a su altura.

- Lo que he sentido ahí atrás... ¿Qué te ha pasado?
- ¿De verdad crees que a una persona que he conocido en el camino le voy a contar mi vida? ¿A una persona que ni siquiera me ha dicho su nombre? Si quieres respuestas vas a tener que darme tú algunas. No sé si lo sabes, pero esa habilidad tuya funciona en ambos sentidos, así que dime, ¿cómo te llamas y por qué buscas a ese demonio?
- ¿Has visto eso? - dijo Idrial un poco sorprendida.
- Sí, un demonio riéndose en medio de una masacre, un demonio ahogando al mundo en sangre.
- Entonces ya sabes por qué lo busco, es una visión que tengo y he de impedir que pase. Me llamo Idrial y ésta de aquí es Ithil. - dijo palmeando el cuello del unicornio, ésta relinchó como saludo.

Dayagon se giró en la silla mirando el camino que dejaban atrás  Sus ojos buscaban a los jinetes que los perseguían que sus oídos ya habían detectado.

- Hemos de salir del camino. Ve a esa trocha, vamos rápido, nos están persiguiendo.

La vereda les llevó hasta el río Auel. En su curso más alto solo era un riachuelo pero más al sur se convertía en un autentico río. Antes de llegar ya oían el ruido del agua y los rápidos.

- No vamos a poder vadearlo, ¿a dónde vamos, río arriba o río abajo? - dijo Idrial alzando la voz por el ruido de los rápidos.
- Río abajo, estamos más al sur de lo que pensaba, encontraremos un puente o algún lugar para vadearlo.  

El camino era traicionero, discurría entre árboles y había raíces en el suelo en las que un caballo se podía romper una pata. Dayagon miraba hacia atrás constantemente, dejando que Rage eligiera el camino. Ya se oían claramente los sonidos de la persecución.  Dayagon vio un brillo entre los árboles, a su izquierda, y puso al caballo al galope, el unicornio no se quedo atrás.

Una flecha solitaria salió entre los árboles y le pasó cerca de la cabeza. Idrial, encima del unicornio, le colocó la cuerda a su arco. Sacó una flecha, la puso en la cuerda y la trajo hasta su oído. Apuntó a los árboles y disparó. Se oyó un grito al otro lado de los árboles y el ruido al caer algo pesado al suelo.

Delante de ellos apareció un jinete, a lomos de un caballo bayo, con una gran hacha en la mano. Embistió hacia ellos bamboleando el hacha. Dayagon se agachó sobre la grupa del caballo esquivando el golpe del hacha por los pelos. El jinete dio la vuelta al caballo para perseguirlos pero Idrial fue más rápida. Se giró en el lomo del unicornio con el arco preparado y dejó volar la flecha, el jinete cayó al suelo agarrando el asta que brotaba del pecho.

- ¡Allí hay un puente, tenemos que cruzarlo! - dijo Dayagon señalando un puentecillo de madera.
- Al otro lado solo hay una pradera, allí nos darán caza fácilmente.
- Ese camino llega a unas formaciones rocosas, si las alcanzamos podremos despistarlos allí.

El puente traqueteó bajo los cascos cuando lo cruzaron, parecía que iba a desmoronarse de un momento a otro. Al cruzarlo, Dayagon miro atrás y vio como cinco caballos lo cruzaban y muchos más se acercaban a él.

- Mira a ver si puedes hacer algo con esos bandidos o no llegaremos.
- Sólo me quedan dos flechas.

Idrial se giró, colocó las dos flechas en la cuerda, apuntó y disparó. Las dos flechas derribaron a sendos jinetes. Se tumbaron sobre la grupa de las monturas para esquivar las flechas y siguieron al galope. Los cuerpos de los ladrones muertos frenaron a los demás incrementando el terreno entre ellos.

Llegaron a la formación rocosa bastante lejos de los bandidos. La formación rocosa era un laberinto de paredes estrechas, los caminos se cruzaban, daban vueltas y más vueltas, mucha gente había muerto aquí a escasos metros de la salida sin llegar a encontrarla nunca. Dayagon conocía bien el sitio e iba el primero eligiendo el camino. En ningún momento dejaron de oír los gritos de sus perseguidores, los relinchos de los caballos ni el ruido que hacían las herraduras al golpear la roca.

Cuando llegaron al final vieron un mar de hierba con olas producidas por el viento. Dayagon frenó al caballo y se bajó. Lo llevó a un lado y volvió con Idrial.

- Vete, cabalga todo lo que puedas siguiendo el camino y llegaras a Trusberg, hasta allí no te seguirán. Te daré todo el tiempo que pueda.
- No, no tienes que sacrificarte por mí, ven conmigo.
- Sé quiénes son, ellos conocen también el laberinto, apenas les habremos sacado unos minutos, si nos vamos los dos nos cogerán al aire libre, en un sitio angosto tengo más posibilidades. Vete, pilla a ese demonio y salva al mundo.
- Nos volveremos a ver Dayagon.
- No lo sé...
- No era una pregunta.

Idrial azuzó al unicornio y se alejó al galope. Dayagon se plantó en el centro del camino y materializó su espada. Puso la punta en el suelo y agarró el puño con las dos manos. Los caballos ya se oían cerca.

- Un acto heroico por una desconocida. Esto no lava la sangre de tus manos. - dijo una voz profunda y grave que venía de todos sitios y de ninguno a la vez.
- Lo sé. ¿Quién eres? - dijo Dayagon. Pero la voz no respondió.




Ithil mantuvo el galope y cuando hubo recorrido bastante trecho se permitió bajar el ritmo. Idrial miraba hacia atrás, donde había dejado a Dayagon a su suerte. No podía verlo, pero sí que oía el ruido de la pelea.

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lunes, 25 de febrero de 2013

Dayagon e Idrial.

Aquí os dejo un par de imágenes de como son los dos protagonistas de la Leyenda de Dayagon



Dayagon no lleva esta armadura. ¿Aun o no la llevara nunca?

sábado, 23 de febrero de 2013

La leyenda de Dayagon - Capitulo 2

Las calles del pueblo de Onsbergh estaban mojadas aunque hacia días que no llovía. El hombre, que iba a lomos de un caballo negro con una pequeña mancha blanca en la testa, no quería ni pensar en el motivo de que las calles estuvieran mojadas. Se envolvió mejor en la capa, se bajó un poco más la capucha y apresuró al caballo clavándole los talones en los flancos. La gente con la que se cruzaba estaba en sus quehaceres y la poca que lo miraba apartaba la vista de sus ojos. El hombre sabía bien lo que la gente pensaba de sus ojos. Estaba ya harto del norte, allí solo había frío y campesinos supersticiosos.

Al salir del pueblo, el caballo empezó a trotar sintiéndose libre al no tener obstáculos en el camino. 

Muy a su pesar, el hombre sacó las manos de debajo de la capa para sujetar mejor las riendas. Ya habían perdido el pueblo de vista cuando el hombre miró al cielo y vio que apenas quedaría una hora de sol.

- Ya es tarde Rage, vamos a parar aquí.

Se acercaron al pequeño riachuelo que corría paralelamente al camino. El hombre se bajó del caballo y le quitó los arreos, la silla y las alforjas, lo dejó todo al pie de un gran roble. 

Mientras encendía una hoguera el caballo se dispuso a beber agua. El hombre se acercó al caballo y se entretuvo un rato cepillándolo. Cuando terminó, le colocó una cabezada de cuadra y ató el ramal a una rama baja del roble, le dejó el ramal largo para que comiera pero no se alejara demasiado.

La noche cayó deprisa. El hombre se acercó a las alforjas, sacó algo de las raciones que tenía y se sentó junto al fuego. Mientras comía miraba el alegre crepitar de la hoguera y los recuerdos vinieron a su cabeza.



La granja estaba formada por tres edificaciones, un establo, un pequeño granero y una sencilla casa de una sola planta. El granero hacía tiempo que había sido consumido por las llamas, la casa también estaba empezando a arder y en el establo piafaban los caballos medio locos por el fuego que los rodeaba. En el patio de la granja se podían ver dos figuras. Una mujer estaba sentada en el suelo abrazando el cadáver de un joven, las lágrimas corrían por su rostro y su llanto apenas dejaba oír nada de lo que sucedía a su alrededor. De pie, a su lado, había un guerrero con una espada levantada por encima de su cabeza, el pelo rojo ondeaba tras él con el viento y el fuego se reflejaba en sus ojos rojos.

La mujer levantó la cabeza, lo miró y le dijo:

- ¡¿Por qué nos haces esto!?

Como única respuesta el hombre bajó la espada y la sangre salpicó el suelo.

Una voz profunda y grave lo sacó de sus ensoñaciones:

- Tienes mucha sangre en las manos.

El hombre miró a su alrededor pero no encontró a nadie, ni siquiera pudo identificar la procedencia de la voz, parecía que había salido junto a su oído tanto como desde el otro lado del riachuelo.
Más allá del círculo de luz de la hoguera se oyó un ruido. El hombre se puso en tensión mientras miraba la oscuridad intentando adivinar que había hecho ese ruido. En la oscuridad brillaron dos ojos que le escrutaban. El hombre se relajó, solo era un zorro. Tiró el pequeño trozo que le quedaba de carne seca lejos de sí pero todavía dentro de la luz de las llamas. El zorro se acercó con paso lento, sin dejar de mirarle. Con un rápido movimiento cogió la carne y huyó entre las sombras.



El hombre se despertó con los primeras luces del alba, lo que la noche anterior fue una hoguera ahora solo eran un montón de brasas incandescentes. Avivó la hoguera y se levantó. Estaba entumecido de haber dormido en el suelo, se estiró, bostezó y se dirigió al riachuelo a mear. Cuando terminó, vio en el riachuelo unos peces, sonrió y volvió donde estaban sus cosas. Sacó de las alforjas una madera con hilo enrollado y al final de éste, un pequeño anzuelo. Fue al río para pescar el desayuno. En poco tiempo ya estaba otra vez sentado junto al fuego cocinando un pez clavado en una rama.

Estaba preparándose para continuar el viaje cuando oyó el ruido de un caballo. Cogió a Rage por las riendas y fue andando hasta el camino. Vio a un hombre venir a caballo. El hombre llevaba una casaca de cuero marrón  unas botas altas negras al igual que el pantalón. El pelo corto era negro como el carbón y una barba del mismo color poblaba ligeramente la cara. En la cadera llevaba colgando una espada corta de acero. Cuando el hombre llegó a su altura frenó el caballo.

- Thadir ¿qué haces aquí, tan al norte?
- Estoy escoltando a unos mercaderes, nos atacaron hace dos días y hoy me ha tocado ir de explorador. - dijo con la media sonrisa que nunca abandonaba su rostro.
- ¿Quién os atacó?
- Unos bandoleros, nada del otro mundo. - dijo haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto. - Y tú, ¿Adónde vas? Si vas hacia el norte podrías acompañarnos, siempre viene bien una espada más.
- No, ya me he cansado del norte. Vine aquí hace unas semanas, ahora quiero ir al sur a gastar el dinero que me he ganado. - terminó de ajustar la cincha de la silla y se subió al caballo. - ¿Alguna noticia del sur?
- Se oyen muchas cosas, ya no se sabe lo que es verdad y lo que no. Hay rumores de guerra con los orcos y los druidas dicen que se va a acabar el mundo, como siempre.
- Nada nuevo entonces, voy a seguir mi camino. Que te vaya bien Thadir. - el hombre espoleó el caballo.
- Sí, hay una cosa. - dijo Thadir, que dio la vuelta al caballo y lo alcanzó. - Ayer por la tarde nos cruzamos con una elfa, montaba un unicornio, pensaba que ya se habían extinguido.
- Sí, lo sé, lo oí en el pueblo, unos campesinos estaban hablando de ella.
- Bueno, que te vaya bien voy a seguir explorando. - dijo mientras se reía y daba la vuelta otra vez.

Al poco tiempo se cruzó con la caravana de mercaderes. Tres carros cubiertos con lona que ocupaban casi todo el camino. Unos mercenarios flanqueaban la caravana con las manos peligrosamente cerca de las empuñaduras. Se apartó del camino de la caravana para dejarlos pasar antes de continuar con el suyo propio.



La lluvia caía sobre el campo de batalla, repicando en las corazas de los caballeros muertos. Los cuervos sobrevolaban los cadáveres. En medio de todo se alzaba una figura. Aunque tenía forma humana no se le podía considerar humano, vestía una armadura de acero roja y dorada, del casco salían dos cuernos ligeramente curvados hacia atrás. Los cuernos no eran una decoración del casco, los cuernos eran del propio demonio. Miró al cielo, abrió los brazos como intentando abarcarlo, desplegó unas alas negras como si fuera un murciélago y comenzó a reírse con una voz gutural. Una voz que lo único que producía era miedo.

Idrial se despertó sofocada, estaba empapada de sudor y con la respiración agitada.

-Otra vez el mismo sueño, pensó Idrial.

Se levantó, se acercó al riachuelo y se mojó la cara y la nunca para terminar de despertarse. Comió algo y se puso otra vez en camino a lomos de Ithil.

Estaba cayendo la noche, Idrial estaba buscando un lugar en el que parar a descansar cuando oyó el ruido de cascos, se dio la vuelta mirando el camino por el que había venido y vio un caballo con un trote rápido  En su lomo cabalgaba un humano vestido con una camisa blanca, sobre ella, un jubón de cuero y unos pantalones de cuero negro a juego con unas botas altas que llegaban hasta la rodilla donde fácilmente podría esconder un estilete dentro. Los guantes negros llegaban casi un palmo por encima de la muñeca y tenían unas puntas metálicas en los nudillos. La capa que tenía sobre los hombros era negra, un tanto raída por las inclemencias del tiempo. Aunque no llevaba ningún arma a la vista, Idrial supo que era un guerrero. El hombre era de complexión delgada, ciertamente atlética y de músculos marcados pero poco prominentes. Su pelo era rojo intenso y ondeaba al viento detrás de él. Cuando el hombre se acercó, frenó su caballo y pudo contemplarlo mejor, tenía una cara alargada sin una sombra de barba, una nariz fina y unos labios pequeños. Los ojos del hombre eran grandes, ovalados y de un color rojo oscuro. Al principio esos ojos asustaron a Idrial, nunca había visto a nadie con unos ojos como los suyos, pero se tranquilizó al mirarlos mejor, esos ojos solo transmitían seguridad y confianza, no había ningún atisbo de maldad en ellos.

- Hola señorita. - dijo el desconocido con una voz suave. - Parece que vamos en la misma dirección y estos lares son peligrosos para una dama solitaria. ¿Le importa que la acompañe?
-¿Qué le hace pensar que vamos en la misma dirección o que necesito compañía?
- Vamos en la misma dirección porque su caba... - Se quedo mirando unos segundos al unicornio como si no se terminara de creer lo que veía  - Su unicornio tiene la testa hacia aquella dirección y no al contrario. Que necesite compañía es una ligera suposición, los caminos son más seguros de transitar en grupo.
- Se nos echa la noche encima, pase si quiere la noche conmigo pero mañana nos separaremos.

Idrial bajó del unicornio con una gracia felina. Se acercó a unos alisos y dejo allí sus cosas. Se agachó como si mirara algo en la bolsa y comprobó que aun tenía el estilete en la caña de la bota. Se giró y vio al hombre que se ocupaba de su caballo y un fuego ya encendido. Idrial no sabía su nombre, tampoco le había dicho el suyo, confiaba en su sueño ligero y su rapidez con el estilete, si ese humano intentaba algo solo sería un cadáver más. Saco un poco de comida y se sentó junto al fuego. Comió en silencio, no quería darle pie al hombre para que se metiera en sus asuntos. El hombre se limitó a comer mirando el fuego, estaba como ido como si no estuviera presente en ese momento.

Idrial se levantó, se acercó donde estaba acostado el unicornio y se acostó en el hueco entre sus patas en posición fetal. En poco tiempo estaba ya dormida.


Se despertó con el olor de la comida, abrió los ojos y vio la claridad del día. Hoy no había tenido la pesadilla. Miro alrededor y vio al humano junto al fuego cocinando algo que por como olía supuso que era un conejo. Se levantó y fue hacia sus alforjas a coger especias. Idrial se asombró, aunque iba descalzo no hacia ningún ruido al caminar. Se acercó a la hoguera sin dejar de mirar al hombre.

-Buenos días, enseguida estará el desayuno. Espero no haberla despertado con los preparativos.

Entonces Idrial se dio cuenta de la piel y las vísceras del conejo que había cerca. Cada vez estaba más intranquila, el hombre había ido a cazar un conejo, lo había desollado y puesto al fuego sin que ella se despertara. No paraba de pensar en quien sería. Entonces, se dio cuenta.

- ¿Qué eres? - dijo Idrial entornando los ojos y acercando la mano a la bota. - Te pareces a un humano pero no lo eres. ¿Qué eres?

El hombre la miró a los ojos y sonrió enseñando una hilera de pequeños dientes blancos.

- Casi nadie se ha dado cuenta en tan poco tiempo.
- ¿Qué eres? - preguntó por tercera vez sujetando el estilete dentro de la bota.

- No soy nada que tenga nombre en este mundo, pero tú, puedes llamarme Dayagon.

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miércoles, 20 de febrero de 2013

La leyenda de Dayagon - Capitulo 1

El cuentacuentos había llegado al pueblo. Todos los niños, y más de un adulto, estaban ilusionados con él. Siempre se colocaba en la plaza del pueblo y se reunía toda una multitud alrededor de él, los más pequeños sentados en el suelo con sus padres vigilantes detrás.

- Mamá, mamá, va a empezar el cuento, date prisa.
- Corre y pilla un buen sitio, enseguida estaré allí contigo. - le dijo la madre al niño y le soltó la mano.

El niño se lanzó a la carrera hasta llegar al mar de gente que se congregaba alrededor del cuentacuentos. Se abrió paso hasta las primeras filas y se sentó en el suelo con el resto de niños, tan sedientos de cuentos como siempre.

El cuentacuentos se aclaró la garganta y dijo:

- Acercaos, acercaos todos y escuchad porque os voy a contar la leyenda de Dayagon.



La oscuridad consumía el bosque, Idrial no podía ver nada más allá de la ventana pero sabía que estaba ahí. Podía oír las hojas mecidas por el viento, los pasos apresurados de algún animal, e incluso si ponía atención podía oír a sus hermanos y hermanas mientras dormían, el suave roce de las sábanas con los cuerpos, algún ruido cuando alguien cambiaba de posición, gemidos apagados de alguna pareja haciendo el amor.

Idrial se levantó de la cama y se acercó a la ventana, conforme se acercaba percibía el olor del bosque, esa mezcla de olor a humedad y a tierra siempre la embriagaba pero esta noche no, esta noche estaba inquieta. Mientras la mayoría de los elfos dormían ella no podía dormir, una pesadilla le había arrebatado ese lujo.

Llevaba viviendo cinco años entre aquellos elfos, la habían aceptado como una más, pero en su interior sabía que nunca sería como ellos. Por mucho que fuera una elfa, esas pesadillas, esas visiones la hacían diferente, no sabía a qué se debían, lo único que sabía es que esas visiones se cumplían.

Conforme se acordaba de la pesadilla que la había despertado iba notando un sabor a hiel, de una cosa estaba segura, debía marcharse de allí, tenía que lograr que esa visión no se hiciera realidad.

Idrial entró en la casa, se vistió, cogió provisiones, el arco y sus flechas y salió a las pasarelas que conectaban las casas en lo alto de los árboles. Cruzó las pasarelas rápida y silenciosamente hasta que llegó al suelo. Silbó y un unicornio blanco como la nieve recién caída apareció entre la maleza, se acercó a ella y le olió la mano. Idrial acarició al unicornio y se sentó en su lomo de lado, con los pies colgando por un flanco. Idrial se inclinó hacia la oreja del unicornio y le dijo:

- Vinimos juntos a este pueblo y juntos nos hemos de ir, vamos Ithil, tenemos un largo camino por delante.

El unicornio empezó a andar y pronto se fundieron en la espesura del bosque.



Era una tarde aburrida en la posada, de esas tardes que nada pasa y sabes que nada va a pasar. El posadero dejó la jarra que estaba limpiando con un trapo más sucio que la propia jarra y se dedicó a pasear la mirada por el local.

En nada se diferenciaba el día de hoy al día de ayer, ni al día de antes de ayer, ni al día de antes de antes de ayer y así podríamos seguir hasta donde los recuerdos alcanzan.

"Es un buen lugar. - Pensó el posadero. - Cerca de tos laos pa´que haya gente y lejos pa´que haya problemas. Sí, es un buen lugar." Bostezó de satisfacción, eructó y siguió limpiando la jarra.

La puerta de la posada se abrió dejando ver la silueta de una persona alta, la capa negra apenas dejaba ver su cuerpo y la capucha le ocultaba la cara casi por completo. El desconocido miró hacia los lados inspeccionando bien la posada y se acercó al posadero.

- Cerveza. - dijo el desconocido.
Mientras echaba la cerveza en una jarra dijo:
- ¿De ande viene señor?
- De donde me trae mi caballo, le he pedido cerveza, no conversación.

El posadero, sobresaltado por la respuesta, le dejó la jarra delante y enseguida encontró algo que hacer en la otra punta de la barra. El desconocido se quitó la capucha revelando su rostro, tenía una cara alargada sin una sombra de barba, el pelo era de un rojo intenso, le caía por detrás de las orejas, los hombros y se le perdía por la capa pero lo más raro eran sus ojos. Los ojos del desconocido eran grandes, ovalados y de un color rojo oscuro. Al posadero le daban escalofríos cada vez que miraba esos ojos.

Entraron dos parroquianos por la puerta de la posada, andaban a buen paso y hablaban muy animadamente. El posadero los reconoció al instante, le afloró una sonrisa en los labios y se dispuso a llenar dos jarras de cerveza.

- Hay que ver el frío que está haciendo últimamente ¿eh, Craigh?
- Sí que lo hace, pero mientras tengamos un fuego al que arrimarnos. - contestó el posadero.
- Claro, tú pasas la vía aquí entro y mientras nosotros a helarnos el culo en el campo. Si no fuera por la parienta liaría el petate y me piraba al sur.
- ¿Por la parienta? Cuando me pagues lo que me debes podrás ir al sur. - Los tres estallaron en risas.
- Puede que tenga algo de razón Helgan con lo de ir al sur, cada año hace más frío y hasta los elfos están emigrando al sur.
-¿Cómo van a estar los elfos emigrando? ¿Es que te has caído y te han pasado los bueyes por encima de la testa en el campo?
- No, Thartos exagera, pero si hemos visto hoy a una elfa. Salió del bosque, llegó al camino real y tiró pa´l sur. Pero no te pierdas lo mehor, iba encima de un unicornio, pensaba que esos bichos ya se habían extinguío.
- Sí, claro. ¿Cuánta cerveza llevabais ya en el cuerpo?


Se oyó el tintineo tan característico que produce una moneda al caer en una superficie de madera, ésto, atrajo la atención del posadero que miró donde instantes antes estaba el desconocido, ahora solo había una jarra vacía y unas monedas bailando encima de la barra. El posadero alcanzó a ver la capa del desconocido mientras la puerta se cerraba. Fuera se oyó el relincho de un caballo. El posadero volvió a la conversación con sus amigos pensando: "Tendría prisa el hombre."

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martes, 12 de febrero de 2013

Todos mis textos anteriores


Todos los textos que he puesto aquí son textos que escribí hace unos años.

Son textos de una era oscura de mi pasado que por fortuna ya ha pasado. Hay quien dice que la gente no cambia, eso no es cierto, yo he cambiado. ¿Que sucedió para que se obrara tal milagro? Nada mas y nada menos que un cambio radical, cambio de hábitos  cambio de amistades, cambio de costumbres y rutinas, todas esas cosas que suelen costar un pelin demasiado cambiarlas.

Estos textos son los únicos que me quedan de todos los que escribí, por eso he querido guardarlos publicándolos aquí, simplemente quiero que sepáis que ya no soy el chico triste y solitario de aquellos tiempos.

Don´t worry be happy


Mi vida esta llena de preocupaciones, quisiera tener una novia, tener una relación formal, quiero un imposible, una cosa que ya no existe, una vida de palabras susurradas al viento y me preocupo porque pienso que nunca lo conseguiré  siempre de una manera u otra, ya sea defendiendo a un amigo o a mi mismo termino decepcionando a los que me rodean, ¿que hago mal? por eso me preocupo...

¿Cuales son mis deseos? creo que lo tengo claro, solo deseo una vida sencilla al lado de alguien que me comprenda, que me quiera, una vida sencilla para gente sencilla, pero ahora mismo, mi vida no es sencilla, mi vida es oscura, por eso me preocupo...

Dicen que la noche es mas oscura antes del amanecer, mi vida cada vez se va oscureciendo mas, ?eso quiere decir que llega mi amanecer?, no lo se, solo busco alguien que su recuerdo ilumine mi oscura mente como las estrellas iluminan el oscuro cielo, de momento no veo que eso se cumpla o se vaya a cumplir, por eso me preocupo...

Algo que nunca se podrá decir de mi es que soy un egocéntrico  cuido mas de mis amigos que de mi mismo, cuando mis amigos están mal yo estoy mal, siempre intento ayudarlos, por eso me preocupo...

Quizás, solo quizás, me preocupo demasiado...

Soy el artífice de mi propia destruccion


Soy el artífice de mi propia destrucción, en mi mp4 existe una canción que debería de haberla eliminado hace mucho pero aun sabiéndolo no puedo, sentado en una escalera de un edificio escuchando esa canción una y otra vez, temiendo cerrar los ojos y darle alas a mis recuerdos.

Una sonrisa de ángel es lo que me vendiste me prometiste el cielo, pero me arrastraste a tu infierno. Me atrapaste con las cadenas del amor, me hiciste prisionero en la cárcel de la pasión por eso no podía ni quería liberarme. Tu primer beso fue la venta de un billete sin retorno a la tierra del dolor, de la angustia y la desesperación.

La esperanza es lo ultimo que se pierde pero tantas peleas solo podían llevar a un único sitio, aquella noche la esperanza salia de mi con cada una de las palabras.

Todas las relaciones se basan en la confianza, y en querer a la pareja como es, en lo malo y en lo bueno, tirarse hacia atrás juntos o separar la carne del hueso. Devuélveme todos los pedazos de mi corazón, entonces puede que consiga la paz. Dicen que la realidad es mejor que el sueño pero me he encontrado con la faceta dura de la realidad.

Yo nunca olvido las cosas que son importantes para mi, y por desgracia tu fuiste alguien muy importante para mi. Nunca olvidare tu pelo largo y sedoso, tu risa clara y dulce, tus ojos preciosos con esas largas pestañas, tus labios siempre húmedos que se entreabrían cuando nos mirábamos, de los que yo bebí cual hombre sediento.

Quiero poder cerrar los ojos y no verte, quiero poder dormir sin soñar contigo, quiero poder gritar al mundo que soy feliz, quiero que la alegría ilumine la oscuridad de mi alma, quiero dejar de jugar con la verdad...

He gritado hasta que mis venas se derrumbaron, he esperado viendo el tiempo pasar a mi alrededor, ahora todo lo que hago es vivir con tanta fatalidad, tanta angustia, tanto dolor...

Siento que no pertenezco a ningún sitio, siento que estoy en otro plano diferente al de la realidad, m siento falso, como las palmeras de los ángeles que no son autóctonas de allí pero es lo mas característico. siento que algo malo se ha agarrado a mi pecho, que vive conmigo aunque no quiera.

¿Porque me cuesta tanto pasar pagina?¿Porque no acato yo mis propios consejos? Yo no soy una persona que crea en un destino, sino que nosotros nos labramos nuestro propio camino pero todos los caminos tienen un final. Todos podemos equivocarnos y elegir los peores caminos, en mi caso e escogido un camino con demasiadas curvas, curvas que desgraciadamente me llevan hacia atrás, hacia mi tormentoso pasado.

I wait and bleed to be able to forget


He sentido el odio aumentar en mi, me agacho a limpiar la piedra de mi alma y la encuentro manchada de sangre, ¿que me ha pasado? deambulo por las sombras, por la oscuridad, por donde tu no puedes ver, dentro de mi, mi alma sangra esperando que desaparezcas.

Me despierto sobresaltado, sudando y en una posición que antiguamente se me antojaba como imposible. He tenido un mal sueño, lo se pero apenas lo recuerdo, se que es malo porque era relacionado a ti. Muchas preguntas se agolpan en mi mente ¿porque?¿como he llegado a este punto?¿es un sueño o un recuerdo? Sal de mi cabeza, de verdad que no te necesito, ¿porque aun sigues torturándome?¿Acaso he pecado con solo decidirme a eliminar tu respiración de mi vida?

He aprendido bastantes cosas y tengo dudas de que tu lo hayas hecho también. No he cambiado, mi carne sigue pegada a mis huesos, mis venas siguen trasportando sangre, no, no he cambiado, simplemente ilumino unas facetas de mi, mientras apago otras. Una de las cosas que he aprendido es que las personas son como la luna, siempre tienen una cara oscura, una cara que no muestran, y desgraciadamente esa cara es la que porta su verdadera personalidad.

Yo tengo la mente muy ordenada y mas de una vez me he dado cuenta de que andaba por la calle pisando dos baldosas en cada paso, no una ni tres, simplemente dos, quizás esto sea un problema, quizá la gente tenga razón y estoy loco, la verdad es que no lo se, nunca me lo he planteado. Por esa razón yo busco Caos a mi alrededor, por esa razón mi habitación rara vez esta ordenada. Mi madre dice: "no se como puedes vivir con este desorden, tardo siglos en encontrar algo aquí, un día de estos tengo que ordenarte yo la habitación." "mama, que no encuentres algo no es culpa de la habitación, yo encuentro las cosas enseguida, y no te metas a ordenarla porque este es mi desorden, mi caos, mi mundo." Pero tu recuerdo me desordena la mente, me hace daño, no me deja pensar con claridad. ¿Porque no puedes simplemente desaparecer?

I wait and bleed to be able to forget, I tried to forget, I tried so hard forget, so hard is to forget, I want to turn off your light inside me, I want to kill your memory, I want to live in peace, I want to live without this torture, I want to live in peace, I wait and bleed for it

Othel lair


Hacia un buen día en las vastas llanuras de Norwens. La hierba ondeaba bajo el viento haciendo que pareciera un mar verde. El sol estaba en su apogeo calentando la tierra. Era un buen día, o por lo menos eso creía Talfus.


Talfus tenia una gran cicatriz en la mejilla izquierda. El pelo lo llevaba por los hombros totalmente negro con mechas rojas. Sus dientes estaban tintados de negro por el tabaco que mascaba a todas horas. Pero lo mas extraño en el eran los ojos. Uno lo tenia verde y el otro totalmente negro. Era el jefe de una banda de ladrones muy buscados por toda Norwens. El y sus cuatro compañeros saquearon numerosos pueblos sin que los soldados lograran atraparlos. Tenían en su cuenta numerosos robos así como asesinatos y violaciones. Ahora se encontraban en el linde del bosque de Othel Lair.

-Talfus no deberíamos entrar, estamos a finales de invierno...

-Justamente, estamos en invierno, ahora el bosque duerme y los elfos se encuentran cerca del Gran Árbol  Esto es sencillo, entramos, cojemos una puta dríada y salimos.

-Pero...

-Sin peros, vamos adentro

A pesar de las protestas, la compañía entro en el bosque sin vacilar. Cuanto antes salieran mejor. Se adentraron en la espesura y dejaron atrás la luz del sol. Pocos eran los rayos de sol que lograban atravesar la cúpula que formaban las copas de los arboles.

De pronto, se oyó un silbido y una flecha se clavo a los pies de Talfus. Se cubrió con el escudo y empezó a observar la oscuridad que le rodeaba. No lograba ver nada extraño que delatara la posición de la dríada. 

De la oscuridad que tenían delante salio una flecha, volaba lenta, como si quisiera que la admiraban y solo cogió fuerza antes de clavarse en el pecho de uno de los ladrones. El ladrón no había caído al suelo cuando salían otras flechas en busca de objetivos. 

Los ladrones no tuvieron tiempo de reaccionar y cayeron regando el suelo del bosque con su sangre. Talfus paro dos flechas con el escudo pero lo alcanzaron otras dos. Una lo alcanzo en el muslo y la otra en la mano derecha clavandolo por la fuerza que traía al árbol que tenia detrás. 

Desde los arboles que tenia enfrente apareció una elfa con un arco a la espalda y una flecha en la mano. Se acerco lentamente a Talfus y con un rápido movimiento de la mano le clavo la flecha en el estomago y le susurro al oído: 

-No todos los elfos están en el Gran Árbol. 

Talfus cerro los ojos por el dolor y al abrirlos la elfa ya no estaba, ni siquiera la había oído marcharse. Estaba solo, la oscuridad lo envolvió y por una vez en la vida el miedo hizo presa en el.

He abierto los ojos


Yo he vivido en la oscuridad, mi alma a estado sumida en la luz que no se ve, pero aun en las vidas mas oscuras de vez en cuando sale el arco iris. 

Cada vez hay mas oscuridad pero se dice que la noche es mas oscura antes del amanecer, por eso voy a empezar a reconstruir la luz que tengo dentro para poder vencer la oscuridad de mi alrededor. 

Ahora e abierto los ojos, empiezo a ver cosas donde antes no las veía, pequeños matices que hacen mundos, pequeños rencores que siembran discordia. 

Vivo en la soledad de la noche, la noche es la sombra que cobija nuestras más profundas conciencias y libera nuestro apetito insaciable de venganza, odio y rencor. Pero no solo hay oscuridad en las noches, a lo lejos, entre las nubes empieza a asomar la luna. Con ella me guiare, con ella me iluminare...

Mi alma empieza a iluminarse pero no importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando. 

Estoy empezando a ver la realidad de la gente, las verdades a medias, lo falsas, mezquinas que pueden llegar a ser. 

Esos que dicen ser tus amigos y por la espalda te clavan las puñaladas, pero lo que mas me jode, lo que mas me duele, es que no lo digan a la cara. 

Dicen que estoy loco, que podría cometer una locura, ¿y en que se basan?¿en mis gustos, en mis posesiones? si, slipknot campa a sus anchas por mi mp4, si, dagas afiladas adornan las paredes de mi habitación, si diversas cosas pueblan libremente en mi ordenador. 

¿Por eso estoy loco?¿por eso puedo cometer una locura? y tu dices estar mas cuerdo que yo, ¿acaso hay una linea que divida la locura de la cordura? no, no lo creo...

Pero si eso crees tu, buena suerte... 

Solo te digo una cosa, a veces, el monstruo mas terrible es el que esta en el espejo...

tu, solo tu


tu me has abatido
con la fuerza de tus ojos
tu me has abatido
con tu hermoso cabello
tu me has abatido
con la suavidad de tus labios
tengo unos gustos sencillos
oir un poco de musica
salir con los amigos
no creo que este tan mal
debias haberlo sabido
no me podias cambiar
pero tu lo has conseguido
puedes estar orgullosa
desde que estubiste conmigo
no he vuelto a ser igual
ahora me he convertido
en todo lo que quisiste borrar
quiero desterrarte al olvido
mas profundo de mi alma
pero no lo consigo
aun me acuerdo de tu cara
y sin querer aun sigo 
andando hasta tu casa
me he convertido
en el compañero de la soledad
me he convertido
en un caminante sin camino
no quiero que ese sea mi destino

El tiempo siempre avanza


El tiempo es algo muy relativo. Cada persona siente el paso del tiempo de maneras diferentes.

Cuando estas alegre, contento, el tiempo pasa rápido pero si estas triste, aburrido, depresivo, el tiempo pasa lento, sientes que los minutos son horas y las horas días.

Aquel tiempo contigo paso como un suspiro, como el vaho que hecho en el cristal del autobús cuando te recuerdo. Sin embargo, el medio mes de verano después de que te fueras de mi vida se me paso como si fuera un verano entero.

El tiempo no lo podemos controlar, siempre avanza inexorablemente.

El tiempo acaba con todo, un castillo puede resistir un asalto pero no el avance del tiempo.

El tiempo todo lo cura, puede llevarle mas o menos pero todo lo cura. Tiempo haz mella en mi, oxida estos recuerdos que tanto me duelen y cierra mis heridas.

Quiero que pase el tiempo...

Quiero dormir...

Quiero olvidar...

Sueños


Sueño con ser un pez, porque los peces no tienen memoria, podría levantarme todas las mañanas y disfrutar las cosas como la primera vez

20 años lleva mi corazón  20 años trabajando sin una sola tregua. 20 años de sangre por mis venas, pero no siempre ha sido sangre limpia, algunas veces esta teñida de odio, rabia, amargura, dolor, impotencia...

Sueño con ser un pájaro para poder ver desde lo alto y poder decidir bien, para poder llegar volando a tu ventana.

¿Donde estarás  Ven a mi y purga mi sangre, limpiala de rencores y llénala de ternura, amor, alegría. Muérdeme  pequeña vampira  muérdeme y bebe los pequeños rubíes que salen de mis heridas, bebe si así podemos estar juntos para siempre.

En mi interior soy un caos de palabras que mi mente atareada intenta ordenar. Cojo un papel, apoyo el boli y la mente sola empieza a escribir. El boli empieza a pasear sobre el folio con vida propia. Cuando termina lo leo y pienso ¿porque queriendo hacer un texto feliz, tu escribes esto?

Ven al bosque


Es hora de levantarse
de andar hacia delante,
deja atrás tus temores
y olvida los horrores.

Ven conmigo al bosque
corre a mi lado,
ven pequeño guardabosques
corramos juntos de la mano.

De rama en rama,
de árbol en árbol,
sin la mascara
veras tu verdadero rol.

Vamos a la espesura
donde todo es posible,
veamos la frescura
del amor inextinguible.

Bajo los arboles abrazados
el amanecer nos encontrara,
un pequeño rayo de sol
tu cara iluminara.

Entonces no digas nada
pues tus ojos me lo dirán,
me sentiré muy halagada
al ver como me admiraran.

Mira la floresta,
demos un paseo,
nuestro amor esta 
en todo su apogeo.