lunes, 16 de junio de 2014

La leyenda de Dayagon - Capitulo 8

Reinaba el silencio en el bosque. Era un silencio artificial. El silencio que acompaña los instantes previos a un desastre, el tipo de silencio que nadie quiere escuchar. Los animales se mantenían quietos, aguardando, esperando algo, algo que sin duda pasaría.

Una mujer andaba por el bosque, sus pasos no hacían ningún ruido. Andaba entre los arboles, acariciándolos, sintiendo la aspereza de su corteza en sus finos dedos. La mujer andaba con paso seguro, sin tropezar con las raíces ni trastabillar en ningún momento. Su piel era blanca como la leche, como si no hubiera salido al sol por una larga temporada. Era un perfecto contraste con su túnica negra. La túnica estaba perfecta, ni un solo desgarrón o mancha rompía la monotonía de su negro. Su pelo caía en ondas hasta la mitad de su espalda, un pelo rubio que parecía haber captado los rayos del sol para escoger su color. Sus pequeños labios se movían como si estuviera tatareando una canción, pero de ellos no escapa sonido alguno. Sus ojos verdes como dos esmeraldas lo miraban todo a su alrededor, se paraban apenas dos segundos en cada objeto antes de saltar al siguiente.

La mujer llego al linde del bosque y se sentó entre las raíces de un gran pino. Allí sentada se dedico a observar el campamento imperial. Unos minutos después contemplo como unos 200 orcos salían del bosque rompiendo el silencio. Las pesadas botas de los orcos hacían temblar el suelo. Habían pillado desprevenidos a los guardias del campamento y un par de flechas bien dirigidas los abatió antes de que pudieran dar la alarma. Los orcos entraron en el campamento llevando la destrucción consigo.

La mujer se ruborizo viendo aquello. Se humedeció los labios y sus ojos chispearon de excitación. Se removió, inquieta, en su improvisado asiento tal y como un crió que esta deseando salir a jugar. Aguardo unos segundos y sin previo aviso desapareció, solamente dejando tras de si su aroma en el aire.



Glenn andaba con paso lento, casi arrastrando los pies. A su alrededor todo era fuego, humo y sangre. La sangre manaba de la herida de su abdomen, fluía a través de los dedos de la mano con la que se la tapaba. Manchaba su ropa en su lento deslizar hacia el suelo, marcando el camino que había recorrido.

Al principio, Glenn veía manchas negras en la periferia de su visión. Ahora apenas reconocía formas y colores. Avanzaba a tientas y no vio el cadáver con el que tropezó y que le hizo perder el equilibrio. Cayo de rodillas al suelo y apoyándose en un barril consiguió volver a levantarse. Trastabillando continuo su camino.

Poco a poco, empezó a sentir frió, el fuego que consumía las tiendas cercanas no lograba calentarlo. Siguió andando sujetándose la herida y dejando manchas de sangre tras de si. Cuando se acerco a la tienda del comandante comenzó a perder sensibilidad en las extremidades a causa de la perdida de sangre. Cuando cruzo el umbral de la tienda se desplomo y con su ultimo aliento de vida dijo:

- Orcos.

Dayagon materializo su espada y salio de la tienda pasando por encima del soldado. No esperaba encontrarse lo que vio al salir. Había fuego sin controlar en cuatro puntos diferentes del campamento, quemando lo que se encontraba a su paso. Una ligera brisa le trajo el olor a carne y pelo quemados. Idrial y Killian salieron detrás de el. Killian apretó con fuerza la empuñadura de su temible hacha de guerra mientras miraba con una mezcla de horror y furia al campamento.

- Ayúdame a defender el campamento, Dayagon. - Dijo mientras empezaba a andar hacia el ruido de pelea mas cercano.
- Ya sabes cual es mi tarifa.

Killian se dio la vuelta y miro a Dayagon a los ojos fijamente.

- Ya estas metido en esta batalla. ¿Vas a cobrarme por defenderte?
- Así son los negocios, viejo amigo. - respondió mientras pasaba a su lado.
- Haz lo que quieras.

Aun no se habían extinguido las palabras en el aire cuando dos orcos aparecieron detrás de unas tiendas. Los orcos eran grandes y corpulentos. Vestían pantalones de cuero con refuerzos metálicos. Las pesadas botas de acero hacían temblar el suelo a su paso. Uno llevaba un chaleco mientras el otro orco llevaba el torso descubierto. Se podían ver los grandes músculos que se movían debajo de la piel olivacea de los orcos. Éstos portaban grandes cimitarras, empapadas en la sangre de los hombres que habían matado.

El orco con el chaleco se abalanzo rugiendo hacia Killian. Éste se limito a apartarse y de un certero golpe con el hacha secciono la pierna del orco a la altura de la ingle. Mientras caía al suelo, Killian ya preparaba el golpe que acabaría con su vida. El otro orco se enfrento a Dayagon sin saber la suerte que corrió su compañero. Lanzo varias estocadas al aire que no llegaron a su objetivo. Dayagon se acerco a el pasando por debajo de su espada y con un rápido golpe le corto la yugular. Un pequeño manantial de sangre surgió de su cuello mientras el orco se tambaleaba hacia atrás sujentandose el cuello con la mano libre. El orco cayo de espaldas, muerto antes de tocar el suelo.

Idrial los alcanzo con una flecha en la cuerda de su arco.

- ¿Estáis bien?
- ¡Cuidado! - gritó Dayagon apartándola hacia un lado.

Un orco estaba detrás de Idrial con el hacha en alto. Con el empujón que le propino a Idrial salvandola del hacha se coloco en la trayectoria del golpe. Inconscientemente levanto el brazo para defenderse aunque sabia que era un gesto inútil. El hacha descendió y reboto contra la nada a escasos centímetros de su antebrazo. Dayagon se quedo atónito mirándose el brazo, debería haber un muñón y no una mano. Idrial saco el estilete de su bota y se lo clavo en el ojo al orco. Este cayo al suelo sin un grito del dolor, todavía presa del asombro.

- Vamos. - dijo Killian. - Aun quedan muchos.

Los tres siguieron recorriendo el campamento matando a los orcos que se encontraban. El fuego seguía consumiendo el campamento. Los sonidos de lucha se extendían por el aire al igual que los gritos y el olor a muerte.

La disposición de las tiendas creaba pequeñas calles artificiales y encrucijadas. Al doblar en una de estas encrucijadas dieron con una calle ancha. Las tiendas que la flanqueaban estaban en llamas, y en el centro de la calle se encontraba el orco mas grande que jamas habían visto. El orco le sacaba casi dos cabezas a Dayagon. Tenia un torso descomunal, defendido por una coraza de acero grabada con el símbolo de su clan y símbolos chamanicos. En las piernas simplemente vestía un simple pantalón de piel marrón que terminaba en unas grandes botas de acero. La cabeza la tenia descubierta y su abundante pelo negro, recogido en una gran coleta.

Gorth´Kuz estaba en medio de la calle, levantando en peso con un solo brazo a un soldado. El soldado arañaba inútilmente el acero del guardabrazo del orco. Dayagon trago saliva, cogió su espada con las dos manos y cargo contra Gorth´Kuz. Éste hizo un gesto con la cabeza señalándolo y los dos orcos que iban con el corrieron a cortarle el paso. Idrial levanto el arco poniendo dos flechas en la cuerda. Apunto y disparo en unos segundos, pasando las flechas peligrosamente cerca de Dayagon e impactando con fuerza en ambos orcos que cayeron al suelo muertos. Dayagon no aminoro su carrera, salto por encima de los orcos muertos.

Gorth´Kuz cerro su poderosa mano sobre la traquea del soldado y lo lanzo hacia Dayagon. Consiguió esquivarlo en el ultimo momento y el cuerpo del soldado se estrello contra una tienda en llamas de la que se levanto una nube de humo y chispas. Dayagon alcanzo al orco con su pelo rojo ondeando tras de si, reflejando el fuego que los envolvía. Aprovecho el impulso que llevaba y dirigió el filo de su espada hacia la cabeza del orco. Gorth´Kuz paro el golpe con el antebrazo y con un puñetazo en el pecho lo envió unos metros atrás. Dayagon intentaba retomar el aliento tras el golpe cuando Gorth´Kuz le puso el pie encima del pecho levantando una temible maza por encima de su cabeza.

Dayagon materializo una daga y la clavo en la pantorrilla del orco, al desprenderla le corto gran parte del musculo. Gorth´Kuz cayo al suelo con un gran grito de dolor. Dayagon rodó hacia el lado contrario y se puso en pie. Vio a Killian que se acercaba con el hacha en la mano para ayudarle. Gorth´Kuz se levanto apoyándose en su maza a tiempo para esquivar el golpe de Killian. Su segundo golpe impacto en la coraza y el hacha se quedo firmemente clavada. Killian no podía desprender el hacha y Gorth´Kuz aprovecho para mandarlo al suelo con una fuerte patada.

Dayagon aprovecho esa pequeña distracción para acercarse al orco y provocarle un profundo corte en el muslo que volvió a ponerlo de rodillas. Con un golpe rápido y certero, separo la cabeza de Gorth´Kuz de su cuerpo. Dayagon clavo la espada en el suelo y se apoyo en ella para no caerse. Killian se incorporo tocándose el abdomen, allí donde Gorth´Kuz lo había golpeado. Se miraron fijamente y Dayagon dijo:

- Éste te costara el doble.

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