sábado, 16 de agosto de 2014

La leyenda de Dayagon - Capitulo 13

Killian se abalanzó hacia delante agarrando la mano de Idrial. Killian perdió el equilibrio y un soldado lo sujeto por el jubón salvándolo de precipitarse al abismo. Idrial estaba suspendida en el aire aferrándose con las dos manos a la mano de Killian y buscando desesperadamente un apoyo para los pies.

Killian la subió a pulso haciéndose hacia atrás hasta que la espalda dio con la pared de roca. Rodeó a Idrial con el brazo que tenia libre atrayéndola hacia él. Idrial temblaba visiblemente al borde de las lágrimas.

- Ya esta, ya está. - susurraba Killian intentando calmarla.

Idrial se abrazo a Killian con la cara hundida en su pecho hasta que se calmó un poco. Se separó de él con las manos en su pecho mientras él aun la abrazaba. Se quedaron unos segundos mirándose a los ojos.

- ¿Estás bien? - le preguntó Killian.
- Ahora sí, gracias. - le respondió con un susurro.
- Vamos, tenemos que salir de aquí. - les apremió Dayagon. - El ruido atraerá a los yokais.

Dayagon no se equivocaba en su suposición. Al poco tiempo de irse se encontraron con una patrulla. Se escondieron y los yokais pasaron de largo en dirección a la cueva de la cascada. Con la siguiente patrulla no tuvieron tanta suerte. Se encontraron con tres yokais en una galería estrecha. Dayagon los contuvo mientras iban retrocediendo hasta la caverna que habían dejado atrás donde pudieron acabar con ellos.

Llegaron a una caverna amplia, con un techo muy alto. Dayagon se dirigió hacia un túnel escuchando mientras los demás entraban en la caverna. Un yokai cayó del techo colgándose de la espalda de un soldado. Antes de que el soldado pudiera quitárselo de encima, el yokai le mordió en el cuello clavando las grandes paletas y arrancándole un gran trozo de carne. Otro soldado se lo quitó de encima y lo tiró al suelo, rasgándole el chaleco sucio que llevaba. El yokai se levantó de un salto desenvainando un par de dagas anchas. El soldado herido cayó al suelo y se desangró antes de que Idrial pudiera acercarse a curarlo.

Los soldados intentaron abatir al yokai pero este era demasiado rápido y no conseguían darle. El yokai, acorralado entre los soldados, empezó a gritar pidiendo ayuda con su chillona voz. Dayagon le lanzo un cuchillo que se clavo en su garganta silenciándolo. Recorrían las galerías lo más rápido que podían. El eco de los túneles traía hasta ellos el sonido de los yokais persiguiéndoles, los chillidos agudos que emitían cuando hablaban entre si y el golpe de las garras con el suelo de roca.

- Nuestra única oportunidad es salir de las cuevas. La salida no está muy lejos pero tendremos que correr. - dijo Dayagon a Killian.
- Tú nos guías Dayagon, vamos.

La estrechez de los túneles no les permitía ir muy deprisa. Los ruidos de la persecución se podían oír cada vez más cerca. Un par de veces se desviaron para evitar algún grupo de yokais y por fortuna no se enfrentaron a ninguno. Cuando llegaron a una bifurcación de los túneles, Dayagon paró y encendió una antorcha.

- Seguid por ese túnel. - dijo al tiempo que señalaba el de la derecha. - No paréis hasta que estéis fuera. Voy a despistarlos para conseguir algo de tiempo. A los yokais les gusta la oscuridad, con suerte saldrá el sol para cuando se den cuenta y no nos perseguirán fuera.

Dayagon se internó por el de la izquierda con la antorcha en alto. Cruzó galerías y cavernas hasta que llegó a una caverna estrecha con un agujero en el centro. Se detuvo a escuchar los ruidos que hacían los yokais persiguiéndole. Los había dejado atrás pero estaba seguro de que estaban persiguiéndole a él. Se sentó en el suelo apoyado en la pared de roca y cerró los ojos.

Una mano le levanto la cara sujetándole de la barbilla. Dayagon abrió los ojos y se encontró con dos grandes ojos verdes mirándole. Unos suaves labios descendieron hasta los suyos uniéndose en un profundo beso. La mano de Dayagon subió acariciando su espalda hasta su nuca donde se enredó con la larga cabellera dorada de ella. Aquel cálido beso duró unos segundos, se separaron mirándose a los ojos. Dayagon permanecía con la mano en su nuca como si no quisiera separarse de ella nunca. Shara le pasó la mano por la mejilla en una suave caricia.

- Te he echado de menos. - dijo con una voz tan suave como la seda.
- Yo a ti también.

Aun permanecían las palabras en el aire cuando volvieron a besarse. Un beso apasionado y largo como si no quisieran que terminase. Los ruidos de los yokais se oían cada vez más y más cerca. Shara se separó de él poniéndole una mano en su pecho.

- Debes de irte, ya están muy cerca.
- No, quiero quedarme aquí...
- Aquí no queda nada para ti. - le interrumpió Shara
- Me quedas tú.
- Sabes que no. - dijo con una lágrima asomando en sus ojos.

Dayagon apoyó la cabeza en la pared y cerró los ojos aguantando las lágrimas.

- Deberías hacerle caso. Si mueres, yo también y no tengo ganas de morir aquí. - dijo una voz grave resonando en la cueva.

Dayagon abrió los ojos y se encontró con la cueva vacía. Se levantó, se acercó al agujero y tiró la antorcha en el. La oscuridad se tragó la luz de la antorcha en la caída y ni siquiera se oyó el sonido cuando llegó al fondo. Dayagon tragó saliva y se escabulló de la caverna con sigilo hacia la salida de la montaña.



Salieron de la montaña por una estrecha grieta que daba a un bosque de pinos en la ladera de la montaña. Las pequeñas luces verdes que llevaban no alumbraban mucho en un espacio tan abierto. Tiraron las luces y empezaron a descender la montaña por el bosque iluminado por la luz de la luna.

Llegaron hasta el borde de un pequeño acantilado desde el que se divisaba la bahía. Las olas rompían en las rocas al borde del acantilado ocultándolas bajo la blanca espuma. Los acantilados descendían hasta una playa de arena blanca de la que ascendía un camino entre los pinos hasta la mansión que estaba en lo alto del acantilado al otro lado de la bahía. La mansión tenía un patio rodeado por un muro con una gran puerta custodiada por soldados.

- Descansaremos aquí, nada de fuego.

Los soldados se apresuraron a montar unas tiendas al amparo de los arboles. Dayagon los encontró allí y se acercó a Killian que estaba al borde del acantilado.

- Esa es la mansión ¿no? ¿Ahora qué?
- Esperaremos a que vengan los orcos y atacaremos. Haremos que parezca una emboscada de los orcos para que no se alíen con ellos.
- ¿Y si han venido ya?
- Entonces tendremos un problema. ¿Qué propones?
- Mañana, al alba, el acantilado estará a oscuras. Puedo escalarlo sin que me vean, entrar y abriros esa puerta. Si están ya aquí los matamos a todos y si no, podremos preparar una emboscada para cuando lleguen los orcos.
- No es mala idea. Descansaremos lo que queda de noche y mañana nos pondremos en marcha.

Les explicaron el plan a los soldados mientras tomaban una cena fría y se acostaron a descansar haciendo turnos de guardias



Idrial estaba intranquila y no podía dormir. En mitad de la noche, salió de su tienda y se dirigió al acantilado. Se sentó en el borde mirando el mar. Eso siempre la calmaba. Llevaba allí un rato cuando oyó unos pasos detrás suyo. Se giró y vio a Killian que se acercaba a ella.

- No es tu turno. ¿No podías dormir? - le pregunto mientras se sentaba a su lado.
- No, no podía.

Se hizo un pequeño silencio entre ellos. Killian levanto la vista al cielo y vio la luna llena apareciendo entre unas nubes.

- Te dije que saldríamos. - dijo para romper el silencio.

Idrial seguía en silencio con la mirada perdida en el mar. Temblaba ligeramente y Killian le pasó un brazo sobre sus hombros atrayéndola hacia él. Idrial apoyó la cabeza en su hombro entrelazando la mano con la suya.

- Gracias. - dijo entre susurros mirándole a los ojos.

Killian se acercó y sus labios se posaron sobre los de ella. Idrial correspondió al beso durante un segundo antes de apartarse de él.

- Debería acostarme y descansar un poco.

Idrial se levantó y se fue hacia su tienda. Killian se quedó allí, mirando la luna un rato más.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Si os ha gustado el capítulo, recordar, dar like, suscribiros y comentar por aquí, por mi facebook Dayagon Elric o por twitter @dayagonworld, muchas gracias a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario